El pasado 18 de marzo se cumplió el centenario del nacimiento de Gabriel Celaya (Hernani,1911-Madrid, 1991), uno de los poetas vascos en lengua castellana más reconocidos. Con motivo de este aniversario, el centro Koldo Mitxelena (calle Urdaneta, 9 – ver mapa) celebró una serie de conferencias y lecturas. Pero lo que poca gente sabe es que el Fondo de Reserva del KM guarda la biblioteca personal de Celaya*.
Los casi 9.000 títulos que componían su biblioteca, así como cerca de 1.000 manuscritos (guardados en carpetas), fueron comprados por la Diputación Foral de Gipuzkoa. Luego se catalogaron y la base de datos se digitalizó, de forma que ahora está accesible desde la web del Koldo Mitxelena. Para poder disponer de los ejemplares de la biblioteca de Celaya, es necesario pedirlos en el Fondo de Reserva y se pueden leer allí mismo, ya que este tipo de documentos no se pueden sacar del Koldo Mitxelena.
Resulta cuando menos curioso poder leer los libros de Celaya, viendo cuáles están más deteriorados y cuáles se conservan casi intactos. Hacerse una idea sobre sus autores favoritos y los temas que le preocupaban. Ver qué textos subrayaba, leer las dedicatorias y comprobar que en ocasiones ponía su nombre (Rafael Múgica), el año y el lugar en la primera página. Los volúmenes no están organizados siguiendo un criterio temático ni por orden alfabético, lo que dificulta la consulta pero también nos expone más a la sorpresa.
bookhunterblog se entretuvo un rato curioseando la biblioteca de Celaya, y cazó estos tres libros:
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Bonito post-recuerdo-homenaje.
La Sala de Fondo de Reserva del KM es una joyita que poca gente aprovecha. He de confesar que cuando vivía en Donosti estudiaba en ella para los exámenes de la Universidad. Como excusa para estar dentro de la sala solicitaba libros de poemas de Angel González que pertenecían a la biblioteca de Celaya. Especialmente el librito «sin esperanza, con convencimiento» en el que hay un poema genial titulado: «Cumpleaños de Amor».
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He pasado gratísimas horas en el fondo de reserva del KM, precisamente consultando el material microfilmado de Celaya. Me encanta su correspondencia, quizá porque la literatura epistolar siempre me ha fascinado. Leí las cartas que Amparitxu y él cruzaron con Vicente Aleixandre, entre otras. Coincido con Diego en que esa sala es una joyita, pero está bien que no se masifique, la magia está en la atmósfera de tranquilidad que en ella se respira. Y yo también buscaba excusas poéticas o de hemeroteca para pasar ahí dentro unas cuantas horas…
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