Pálido fuego, de Vladimir Nabokov

Desde su creación en septiembre de 2010, en bookhunterblog no ha habido crítica literaria. Sin embargo, hoy comienza una serie de comentarios mensuales en los que bookhunterblog hablará de sus lecturas, de la forma más personal y amena posible, y tratando de escoger títulos muy diversos. Las opiniones de los lectores sobre las obras comentadas (u otras) serán muy bienvenidas.
bookhunterblog comenta 01A veces me imagino a los escritores mientras escribían las páginas que leo. Y a Vladimir Nabokov (San Petersburgo, Rusia, 1899 – Montreux, Suiza, 1977) me lo imagino partiéndose de risa mientras escribía Pálido fuego.
Nabokov ya no es la joven promesa que escribía en Berlín sus primeras novelas en ruso; ni tampoco el catedrático que consagraba los veranos a la que sería su obra maestra, Lolita. Está mayor (tiene unos 63 años) y por fin ha alcanzado el éxito y la fama, que le han permitido dejar la enseñanza y mudarse a Suiza. Esta posición privilegiada le garantiza el tiempo que necesita para escribir y, también, la libertad para crear una obra más arriesgada.
En Pálido fuego Nabokov mantiene su característica ironía, pero se muestra todavía más burlón y malicioso. Se niega a tomarse en serio a sus protagonistas, a sus lectores y (por qué no) a la academia y a la propia práctica literaria.
De entrada, la estructura de Pálido fuego resulta sorprendente: el libro se compone de una introducción, un poema y un largo comentario al poema. El poema está firmado por un tal John Shade, de quien en un principio sabemos que ha fallecido recientemente, que es casi tan conocido como Robert Frost, y que vivía en New Wye, Estados Unidos. Shade era profesor en la misma universidad, Wordsmith, que un misterioso exiliado procedente de Zembla, Charles Kinbote, quien se encarga de transcribir el poema y de escribir la introducción y el comentario.
Así pues, el libro se compone de dos partes claramente diferenciadas, poema y análisis, y resulta difícil no valorarlas por separado. De hecho, una editorial norteamericana publicó hace un par de años una bonita caja de coleccionista que contiene el poema de John Shade, presentado como una obra independiente (e impreso en tarjetas rayadas, siguiendo al pie de la letra la descripción de Kinbote).
El poema de Shade, titulado también Pálido fuego, contiene 999 versos y se divide en cuatro cantos. En un estilo confesional, trata de la percepción que el autor tiene de lo sobrenatural, sus reflexiones sobre la poesía, y sus recuerdos de algunos hechos clave en su vida. Contiene imágenes muy bellas y en ciertos momentos alcanza una gran intensidad, especialmente cuando se centra en el (presunto) suicidio de la hija de Shade. Hazel, una chica poco atractiva y tímida, salió una noche con sus amigos y fue encontrada muerta en un lago helado. Al ver que era tarde y no regresaba, la mujer de Shade, Sybil, pensaba en voz alta: “Medianoche. ¿Qué es medianoche para los jóvenes?”. La traducción de esta edición es buena, pero merece la pena leer el poema en inglés para apreciar su sonoridad.
El comentario al poema es en apariencia el típico corpus de notas, en el que se van intercalando líneas del poema con aclaraciones aportadas por un académico experto, Charles Kinbote. Sin embargo, enseguida nos damos cuenta de que esa objetividad académica sólo es aparente, y es que la relación entre el contenido del poema y la información aportada por Kinbote resulta incierta y oscura. Kinbote introduce cada vez más detalles de su propia vida, lo que nos permite comprobar que su comportamiento hacia Shade, al que solía espiar y perseguir, no está muy lejos de la obsesión. Pero el principal interés de Kinbote parece ser dar su versión de la historia del malogrado, vividor y valiente rey de Zembla, Charles Xavier, que se ha visto obligado a dejar el país tras el triunfo de la revolución.
Tanto en el poema como en el comentario, Pálido fuego es un libro lleno de pistas que facilitan (o dificultan) su interpretación. ¿Está Kinbote realmente loco? ¿Es Kinbote en realidad el rey de Zembla, Charles Xavier? Y, yendo más allá, ¿existe Shade? ¿Existe Kinbote? ¿No podría ser Shade una invención de Kinbote, o Kinbote una invención de Shade? ¿Acaso no leemos en el poema de Shade “La vida del hombre como comentario de un hermético e inconcluso poema. Nota para uso ulterior”? ¿Y acaso no hemos leído en la introducción de Kinbote que “para bien o para mal, es el comentador el que tiene la última palabra?”.
Los académicos nabokovianos todavía están dando vueltas a estas y otras muchas preguntas en torno a Pálido fuego. Como si fuera un partido de fútbol, la mayoría se declaran “shadianos”, es decir, defensores de que es el poeta Shade quien idea toda la obra, mientras que una minoría se considera “kinbotiana”, y afirma que Kinbote (o tal vez el profesor ruso del Wordsmith College cuyo apellido es sospechosamente similar, Botkin) es el autor de toda la obra. El propio Nabokov animó la controversia al decir, en una entrevista de 1962, que Pálido fuego está “lleno de regalos [en inglés, plums; literalmente, ciruelas] que sigo esperando que alguien encuentre”.
Aunque quizás no lleguemos a encontrar “ciruelas” que no hayan sido ya manoseadas por generaciones de expertos en Nabokov, Pálido fuego garantiza una lectura amena todo el tiempo, intensa en ciertos momentos, e hilarante en otros. Además, el comentario de Kinbote puede ser el punto de partida para una interesante reflexión sobre crítica y literatura, sobre la importancia de la interpretación, e incluso sobre cómo cuando leemos “nos leemos” a nosotros mismos, buscando en los textos de otros nuestra propia historia.

pálido fuego

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5 respuestas a Pálido fuego, de Vladimir Nabokov

  1. ionifaif dijo:

    ¿Shadiana o kinbotiana? ¿Soy el único que quiere que quiere que Bookhunter se moje?

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    • Que se moje… ¿más? 😉 Me gusta pensar que tanto Shade como Kinbote representan características de Nabokov (de origen ruso, profesor y erudito, escritor, incluso perturbado –seguro que después de Lolita muchos pensaban que lo era), como si fueran las dos caras del autor. Que es, al fin y al cabo, el único creador «cierto» de todo esto. De lo que sí estoy segura es de que a Nabokov le encantaría comprobar que los críticos siguen debatiendo…

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  2. Patricia dijo:

    Amaia, zorionak! Me encanta que haya introducido esta sección en tu blog! Te seguiré con interés!

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  3. Obra maestra de la literatura. Shade y Kinbote. No sería la primera vez que Nabokov usa el dopplegänger…… Me ha gustado mucho el post. Enhorabuena

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