El próximo martes, 24 de octubre, en la tertulia de Donostia haremos una incursión en un género que hasta ahora no habíamos explorado, el terror, con la colección de relatos Las cosas que perdimos en el fuego, de la escritora argentina Mariana Enríquez.
Mariana Enríquez nació en Buenos Aires en 1973, y creció en el suburbio industrial de Lanús y en La Plata. Desde niña fue una lectora voraz: con 11 años descubrió a Stephen King, pero entre sus referencias cita también a Shirley Jackson, William Faulkner, Truman Capote, Carson McCullers, Juan Carlos Onetti y Manuel Puig. Se licenció en comunicación social y durante años trabajó como periodista en medios escritos y en la radio. Actualmente es subdirectora de un suplemento cultural, «Radar», del periódico Página / 12. También ha sido jurado en concursos literarios y ha impartido talleres de escritura. Vive en su ciudad natal con su marido, el fotógrafo y viajero australiano Paul Harper.
Mariana Enríquez
Enríquez está considerada una integrante de la «nueva narrativa argentina». Publicó su primera novela, Bajar es lo peor, a los 21 años, y 10 años después le siguió la segunda, Cómo desaparecer completamente. Sus dos colecciones de relatos de terror han tenido una acogida especialmente buena, en su país y en el extranjero: Los peligros de fumar en la cama (2009) y Las cosas que perdimos en el fuego (2016). En sus propias palabras: «A mí siempre me gustó escribir terror, y de hecho es lo que más me gusta leer, pero en las novelas no me salía. Y en los cuentos pude. El problema es que es muy fácil el lugar común, el cliché. La pirotecnia tiene que estar, pero no puede ser sólo eso».
El libro que comentaremos en la tertulia, Las cosas que perdimos en el fuego, recoge doce cuentos que nos sumergen en su particular visión del terror.
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La literatura de terror genera tanta fascinación como rechazo. ¿Es un género que te atrae? ¿Crees que Mariana Enríquez ha conseguido superar sus lugares comunes? ¿Y ha logrado despertar en ti las emociones que se esperan del terror?
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Sea cual sea nuestra reacción hacia el terror, es fácil darnos cuenta de que la escritora no recurre al horror «por el horror en sí», sino que se sirve de él como un medio para tratar otros temas y preocupaciones. ¿Cuáles crees tú que son?
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En muchos de los relatos se abordan las desigualdades sociales, con especial interés en los sentimientos que provocan en las personas más privilegiadas (desde la indiferencia a la culpa, pasando por el rechazo o el asco). ¿Se te ocurre algún ejemplo?
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En otros, episodios históricos como la dictadura argentina emergen de forma más o menos fantasmagórica. Y es que, según la autora, la historia reciente de su país «está hecha de historias cotidianas de terror». ¿Qué visión te ha transmitido?
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Varios de los cuentos no tienen un final cerrado. Según Mariana Enríquez, plantear un enigma y no resolverlo es lo más recomendable, ya que es la manera de «dejar un mundo perturbado». Como lector/a, ¿qué tal has vivido estos finales?
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